Parque Nacional Cañón del Sumidero

Y por supuesto, ya que tuvimos la oportunidad de visitar el Parque Nacional Cañón del Sumidero con motivo del Campeonato Regional de Ciclismo de Montaña estuvimos en el Mirador de Los Chiapa, el cual se encuentra a una altura de 1,200 m sobre el nivel del agua y desde donde cuenta la historia, los chiapa se arrojaron en un suicidio masivo para evitar quedar sometidos a los españoles durante la conquista de la región; hecho de gran importancia para los chiapanecos que se ha perpetuado como parte del Escudo que representa a la Entidad.

Parque Nacional Cañón del Sumidero

Parque Nacional Cañón del Sumidero

El recorrido puede hacerse por vía terrestre desde la capital del Estado, ya que se encuentra a 5 minutos de Tuxtla Gutiérrez, desde donde se puede admirar la majestuosidad del Cañon desde sus distintos miradores. Otra opción es hacer el recorrido en lancha para lo cual hay que abordar desde Cahuaré o el embarcadero en Chiapa de Corzo, desde donde comienza este acantilado que concluye en el embalse artificial de la presa hidroeléctrica Manuel Moreno Torres, mejor conocida como Chicoasén, de la que más adelante les hablaremos.

De vegetación selva-media-baja podemos admirar encinares y pastizales que albergan especies animales como Cocodrilos, Mono Araña, Oso Hormiguero, Ocofaisán y aves acuáticas entre otras especies.

El Parque Nacional Cañón del Sumidero es uno de los grandes atractivos turisticos del Estado el cual por su gran belleza e importancia histórica, está nominado para una de las «Nuevas 7 Maravillas Naturales» como único representante de México en este concurso internacional.

 

Tepechiapan, un sitio de poder

Desde los primeros estudios formales sobre el cañón, el nombre Tepechiapan (“agua debajo del cerro”, en lengua chiapaneca) con que se designaba al lugar (de ese vocablo surge, por aféresis, Chiapan y luego Chiapa), porque suponía que en algún punto, al chocar con el macizo de la cortina orográfica, el río se sumía, perforaba la roca, y resurgía, como un manantial, en la vertiente opuesta; de ahí que se le conozca como el Sumidero. Hoy sabemos que ese “sumidero” no existe; ya el profesor Marcos E. Becerra lo aseguraba en 1922, pero también decía: “…es probable que en otro tiempo sí se haya formado. El nombre de Tepechiapan podría haber sido puesto en tiempos en que fuera frecuente la obstrucción del río (en la época de grandes lluvias subsecuentes a largas sequías) por derrumbes de inmensos bloques pétreos, algunos de los cuales se ven aún emplazados en medio de la gran cuenca. Otro nombre con el que se le ha encontrado designado es Peñón de Tepechtía.

Entonces el Sumidero se formaría para dar salida a la inundación producida por el estancamiento de las aguas en las comarcas interiores, y a favor de las oquedades que el desajuste del conglomerado de peñascos permitieran.”

De estas obstrucciones surgió un relato interesante, que ha llegado a nuestros días gracias a la tradición oral de los habitantes del pueblo de Suchiapa:

«Se cuenta que los hechiceros o brujos que habitaban la región alta del río intentaron taponar con enormes rocas, peñascos enteros, el paso del Sumidero para inundar las poblaciones de Suchiapa y Chiapa. De esta leyenda da cuenta una mole pétrea empotrada a mitad del río Suchiapa (afluente del Grijalva) en el paraje llamado Piedra Parada o el Boquerón. El malvado intento de los vecinos enemigos fue frustrado por las artes místicas de los hechiceros surimbos.»

La historiadora Ana María Rincón, quien ha dedicado gran parte de su vida a la recopilación de relatos, cuentos, leyendas y tradiciones en torno al río y al cañón, plantea una hipótesis metafísica:

Con base en la filosofía religiosa mesoamericana se entiende porqué un sitio es sagrado para alguien, para el creyente. El cañón tenía varias zonas arqueológicas, se sabe que los indígenas prehispánicos se las ingeniaron para cruzar de extremo a extremo la grieta, se encontraban de vez en vez, antes de la inundación provocada por la construcción de la presa Chicoasén, pinturas rupestres en las rocas y utensilios de cerámica en las cuevas; de modo que estos sitios eran de comunicación, donde las gentes de poder se fortalecían, porque son como umbrales para contactar a las entidades celestes y del inframundo. “… Me cuentan algunas personas de poder, que por obvias razones no puedo revelar sus nombres, por lo menos no sin autorización, que el hecho de que estos sitios hayan quedado bajo el agua no importa, porque el agua es un elemento de la naturaleza, los sitios siguen ejerciendo su influencia, siguen abiertos los umbrales.”