Enoch Cancino Casahonda.

Con las alas del sueño.

Con las alas del sueño.

Autor: Enoch Cancino Casahonda (1951)

Con las alas del sueño

No era clara la noche

cuando tú no existías.

La luna no era verso

antes que tú nacieras.

Es por eso que entonces

yo miraba las sombras

sin presagios ni estrellas.

No sentía el sollozo matinal de las ramas

ni sabía del beso primordial de las flores.

Mi vida era

como la de aquel viajero

que sonaba la luna del sur.

Algo así como el niño que pretende

contar todos los astros

que brillan sobre el mar.

Como el alma que ignora

que el amor crece a veces

tras la tarde y la lluvia.

Y no sabe que el llanto

sea algo tan frágil

como el cristal que un día te presintió fugaz.

Algo sin fe ni rumbo,

un fantasmal contorno

bajo la luna aquella primaveral y sur.

Pero… surgiste tú

sin lugar y sin hora.

Surgiste tú tan leve

como un beso de pétalos

al mirar de las aguas.

Tan diáfana y tan clara

como la luz que a veces

hace cantar las ramas.

Como el fuego infinito

que despierta a las rosas

y hace vibrar las almas.

Y, desde entonces, siento

que es otro el mismo viento

que columpia tu nombre.

Mientras la noche gime

y el recuerdo se alarga.

Mientras los trenes ebrios

gruñen sombras lineales.

Y el insomnio se anuda

tras los pliegues del alba.

Y eres, entonces, todo,

lágrima, verso y risa.

Eres fin y principio,

seguridad y acaso.

Y vas conmigo siempre, tan diáfana y tan clara

como la luz, que a veces,

hace cantar las ramas.