Una de las historias que se cuentan es de Don Chente, quien ya tenía sufriendo alrededor de dos años de fuertes calenturas, según sus familiares era un gran espanto que tenía, ya que contaba Doña Tomasa que su viejito un día que andaba en la milpa, le salió un coralillo, esas culebras venenosas, de pura suerte no lo mordió pero eso sí se llevó un gran susto y desde ahí empezó con fríos y calenturas.
Y así paso mucho tiempo, fue a ver a doña Quirina, a doña Cholona, a don Mariano Cervantes para que lo curaran de espanto, de azar, de empacho y quien sabe de cuantas cosas más, miles de remedios y seguía igual, y el pobre hombre cada día más delgado, era puro hueso.
No había remedio que no hiciera, desde lavados de agua de nixtamal hasta una sangría, tantas eran sus ganas de vivir y llegar como decía el a la fiesta de San Andrés de las Gallardo, que aceptaba, pero así también se le iba la poca vida que tenía.
Un día que estaba tomando su pinol, a la hora de la oración, se oyó el ruido de la Carretilla de San Pascual, ese rechinar que pone a las familias que lo escuchan con tremendo miedo. Al poco rato va llegando Simonita, rezadora de oficio, que siempre estaba pendiente de los enfermos graves para ayudarlos a bien morir.
Ahí viene la Simonita gritó uno de los vecinos, llegó como «agua de mayo» dijo otro.
¿Cómo está mi compadre Chente, Tomasita, decíme, cómo está?
Entrá Simonita, vení a verlo, mirálo como esta mi viejito, ya la nariz la tiene bien parada, y ese «jervor» de pecho que tiene, pa’mi que se está muriendo.
Por eso vine, oí la Carretilla de san Pascualito, y cuando pasa por onde están los enfermos graves, es seguro que se los lleva. Y no es que le pida la muerte, pero anoche también pasó sólo que más despacio que ahora, y es así como pasa sonando despacito, es para que la familia vaya consintiendo lo de la muerte pero hace rato cuando tocó la oración sonó bien fuerte.
Como será usted Simonita, mi papá va a vivir más tiempo, -velo hijita – vayan prepárandose, no es que quiera que se vaya pero cuando la carretilla pasa….
¡Ya se fue! ¡se fue mi viejito! – dijo Tomasita; ¡ya se fue! ¡ya no respira!……
Rrrrrrrrrrrrr, se oyó en esos momentos, y volvió a escuchrse ese rechinido tan especial…..se había llevado a Don Chente
Y así paso mucho tiempo, fue a ver a doña Quirina, a doña Cholona, a don Mariano Cervantes para que lo curaran de espanto, de azar, de empacho y quien sabe de cuantas cosas más, miles de remedios y seguía igual, y el pobre hombre cada día más delgado, era puro hueso.
No había remedio que no hiciera, desde lavados de agua de nixtamal hasta una sangría, tantas eran sus ganas de vivir y llegar como decía el a la fiesta de San Andrés de las Gallardo, que aceptaba, pero así también se le iba la poca vida que tenía.
Un día que estaba tomando su pinol, a la hora de la oración, se oyó el ruido de la Carretilla de San Pascual, ese rechinar que pone a las familias que lo escuchan con tremendo miedo. Al poco rato va llegando Simonita, rezadora de oficio, que siempre estaba pendiente de los enfermos graves para ayudarlos a bien morir.
Ahí viene la Simonita gritó uno de los vecinos, llegó como «agua de mayo» dijo otro.
¿Cómo está mi compadre Chente, Tomasita, decíme, cómo está?
Entrá Simonita, vení a verlo, mirálo como esta mi viejito, ya la nariz la tiene bien parada, y ese «jervor» de pecho que tiene, pa’mi que se está muriendo.
Por eso vine, oí la Carretilla de san Pascualito, y cuando pasa por onde están los enfermos graves, es seguro que se los lleva. Y no es que le pida la muerte, pero anoche también pasó sólo que más despacio que ahora, y es así como pasa sonando despacito, es para que la familia vaya consintiendo lo de la muerte pero hace rato cuando tocó la oración sonó bien fuerte.
Como será usted Simonita, mi papá va a vivir más tiempo, -velo hijita – vayan prepárandose, no es que quiera que se vaya pero cuando la carretilla pasa….
¡Ya se fue! ¡se fue mi viejito! – dijo Tomasita; ¡ya se fue! ¡ya no respira!……
Rrrrrrrrrrrrr, se oyó en esos momentos, y volvió a escuchrse ese rechinido tan especial…..se había llevado a Don Chente
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