La cosmogonía lacandona se basa en la concepción cíclica del tiempo, en una serie de creaciones y destrucciones sucesivas del mundo que resultan de la lucha irreconciliable entre fuerzas antagónicas del cosmos, de igual modo expresa un ordenamiento jerárquico que ubica a las deidades en diferentes niveles. Sin embargo, se considera que tanto los dioses supremos, intermedios y menores, tienen su morada en puntos específicos de la selva en los que ejercen su poderío y regulan la interacción de los lacandones con el entorno. En el caso de los primeros, dichos puntos son los grandes centros arqueológicos, comoYaxchilán, Palenque, Piedras Negras, etc., aunque, de acuerdo con la mitología, los dioses supremos ascendieron al cielo después de finalizar la última creación. Las moradas de los demás son sitios arqueológicos menores como cuevas o fuentes acuáticas, etc.
Para los lacandones del norte los dioses supremos son Sukunkyum, «hermano mayor de nuestro Señor», es el señor del inframundo y el que juzga las almas, así como guardián del sol. Akyantho, “el dios de los extranjeros y el comercio”, responsable de los objetos extranjeros como la medicina, el alcohol, ganado, caballos y enfermedades; y Hachakyum, “nuestro verdadero señor”, quien es considerado creador de los lacandones, selva y animales.
Para los lacandones del sur los dioses supremos también constituyen una trilogía. El primero es también Sukukyum, “señor del inframundo”; el segundo es K’in ich ahau, “señor del rostro solar”, y el tercero es Ik chan yum, “nuestro pequeño señor”, considerado el dios principal y también creador de los lacandones.
Muchos de los rituales lacandones actuales son similares a las practicas religiosas del siglo XVI de los Mayas Yucatecos, y se realizan en la ytoch k’un, casa de dios, que es construida en una zona aparte de la aldea y sirve como lugar de reunión ritual en donde se guarda la parafernalia religiosa. Cada hombre casado es responsable de interactuar ritualmente con los dioses en favor de su familia, aunque en ocasiones se requiere de alguien más versado en adivinación
Las imágenes de los dioses son representadas por incensarios de barro que los hombres colocan en los templos familiares para la realización de ceremonias. Cualquiera que sea la naturaleza de los rituales, todos se fundamentan en elmismo patrón: ofrecer copal, comida y bebida ceremonial que es el balché, un vino preparado con la corteza de un árbol del mismo nombre.
Los rituales pueden celebrarse de manera periódica como expresión de gratitud hacia los dioses, así como para renovar y reforzar los vínculos entre los miembros del grupo, así como para renovar los incensarios; otros rituales son relativos al ciclo de vida de los individuos, como los ritos de iniciación que introducen formalmente a los individuos a la colectividad, o ritos funerarios cuyo objetivo es expulsar formalmente a la persona fallecida del mundo de los vivos, así como evitas que las influencias negativas suscitadas por un fallecimiento permanezcan entre los vivos y, por tanto, causen la muerte de alguien más.
De igual modo se realizan ritos exorcistas, con el fin de contrarrestar o erradicar el infortunio que se presenta generalmente como enfermedades, aún cuando los lacandones piensan que las enfermedades son por voluntad divina, ya sea por castigo al haber cometido algún acto censurable al entorno natural o a su grupo, o la manera de comunicarse el dios al hombre para que este lo incluya en su altar familiar.
Otras ceremonias, también de naturaleza exorcizante, son las de carácter colectivo que tienen lugar cuando ocurre algún desastre natural (como alguna inundación o tormenta que afecte la seguridad o continuidad del grupo), lo que se traduce en la necesidad de apaciguar el enojo de los dioses que han ocasionado el desastre.
Para los lacandones del sur los dioses supremos también constituyen una trilogía. El primero es también Sukukyum, “señor del inframundo”; el segundo es K’in ich ahau, “señor del rostro solar”, y el tercero es Ik chan yum, “nuestro pequeño señor”, considerado el dios principal y también creador de los lacandones.
Muchos de los rituales lacandones actuales son similares a las practicas religiosas del siglo XVI de los Mayas Yucatecos, y se realizan en la ytoch k’un, casa de dios, que es construida en una zona aparte de la aldea y sirve como lugar de reunión ritual en donde se guarda la parafernalia religiosa. Cada hombre casado es responsable de interactuar ritualmente con los dioses en favor de su familia, aunque en ocasiones se requiere de alguien más versado en adivinación
Las imágenes de los dioses son representadas por incensarios de barro que los hombres colocan en los templos familiares para la realización de ceremonias. Cualquiera que sea la naturaleza de los rituales, todos se fundamentan en elmismo patrón: ofrecer copal, comida y bebida ceremonial que es el balché, un vino preparado con la corteza de un árbol del mismo nombre.
Los rituales pueden celebrarse de manera periódica como expresión de gratitud hacia los dioses, así como para renovar y reforzar los vínculos entre los miembros del grupo, así como para renovar los incensarios; otros rituales son relativos al ciclo de vida de los individuos, como los ritos de iniciación que introducen formalmente a los individuos a la colectividad, o ritos funerarios cuyo objetivo es expulsar formalmente a la persona fallecida del mundo de los vivos, así como evitas que las influencias negativas suscitadas por un fallecimiento permanezcan entre los vivos y, por tanto, causen la muerte de alguien más.
De igual modo se realizan ritos exorcistas, con el fin de contrarrestar o erradicar el infortunio que se presenta generalmente como enfermedades, aún cuando los lacandones piensan que las enfermedades son por voluntad divina, ya sea por castigo al haber cometido algún acto censurable al entorno natural o a su grupo, o la manera de comunicarse el dios al hombre para que este lo incluya en su altar familiar.
Otras ceremonias, también de naturaleza exorcizante, son las de carácter colectivo que tienen lugar cuando ocurre algún desastre natural (como alguna inundación o tormenta que afecte la seguridad o continuidad del grupo), lo que se traduce en la necesidad de apaciguar el enojo de los dioses que han ocasionado el desastre.
Las prácticas adivinatorias son comunes ya que anticipan la posibilidad de acontecimientos funestos, lo mismo que indican los procedimientos rituales con el fin de evitarlos, está información es proporcionada por los sueños, por lo que son considerados importantes y bastante común su interpretación.
Fuentes:
Lacandones, José Enrique Eroza Solana, Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas
Voz y Video en la Poesía Latinoamericana
Lacandones, José Enrique Eroza Solana, Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas
Voz y Video en la Poesía Latinoamericana
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